martes, 20 de septiembre de 2016

Catarsis...

Y entenderás que la flor también marchita
en su máxima apertura y perpendicularidad.
Que los barcos zarpan cuando todavía
quedan amores despidiéndose en los puertos fríos,
y la vida se extingue un trozo a la vez cada día.
Se trata todo de una muerte lenta, de un caracol que es alma,
dejando su rastro transparente en vías no pavimentadas.

No vale la pena despertar.
Ni vivir las cinco de la mañana una vez más,
ni aguantar tal tormento,
O perder como las llaves que se escurren de un bolsillo,
el placer de dormitar hasta horas voluntarias;
si a cada primavera y a cada verano,
siempre las concluyó un otoño y un invierno.

No valen la pena el beso ni el abrazo;
pues no somos propietarios de ningún cuerpo extranjero,
y con el hastío y la costumbre siempre se nos vence la hipoteca.

Yo podría arrastrar mi lengua por la piedra y el vidrio
que se aprietan inmóviles en el asfalto,
y recordar así el sabor de tus pasos que se alejan.

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lunes, 5 de septiembre de 2016

Blue...

Las batallas pérdidas, el olor del paisaje quemado por el sol esta mañana, o ya es la tarde, en una ciudad en la que ni siquiera hay mollizna y hasta el amor se quema hasta quedar como pasto amarillo y seco, eventualmente, y progresivamente. Que la gente odie, toda la crueldad humana. Que todo se acaba, inexorablemente cada cosa bella creada en el mundo llegará a ser polvo. La pobreza. Las diez botellas de gaseosa vacías en la nevera. Los caminos no tomados, la incertidumbre, bicho vil, de nunca poder saber qué hubiera pasado de haber tomado la izquierda en lugar de la derecha, de haber subido en vez de haber bajado, o viceversa. Entiendase que caminar en reversa se traza imposible, al menos desde el campo existencial, no toquemos ya el campo físico, que no viene al caso. El olor recordado de la nicotina impregnada en tu cabello, es extraño extrañar un olor que extrañamente siempre he odiado (el olor a cigarrillo me refiero), y que ahora perfuma tus manos con un aroma de cabaña de bosque, como madera frutal o eucalipto que se quema en una fogata de la niñez en una noche de camping; bajo el mismo cielo que se extendía encima tuyo, mientras fumabas con estilo de años veinte, parada en la ventana. Las cometas que ya dejaron de elevarse, pasa agosto y la vida y todos, pero casi todo lo que se va, a diferencia de las cometas, no vuelve el próximo año. Que sea domingo y mañana lunes;  los lunes tienen un afiche de un gato que se sostiene sobre un precipicio, días que hay que aguantar. Tu dispersión y tú silencio. Que te quiera. Todas esas cosas que me hacen triste.

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