miércoles, 10 de enero de 2018

Un día más...

Quedará la luna espesa formando ondas
como yogurth griego al ser atravesado por la cuchara, que segundos atrás, tus labios blancos se abrían y cerraban para saborear.

Apenas es un espejo agrietado y lleno de cráteres, que se cuelga en un salón de mármol negro y refleja las almas, tumba toda máscara y pretensión .

La suntuosidad cae, el desespero y las apariencias, el querer ser lo que no se es.
Como portadas nuevas en libros viejos,
dejar rastros que se borran en caminos que no se han de retomar, que no son senderos propios, sino noches en galaxias ajenas, soles que despuntan y se asoman en horizontes de playas de otros mundos; simulaciones, café endulzado con estevia.

Renacen las cuatro estaciones con el abrir de tus ojos, es casi un Bing-bang de múltiples colores que se refractan y se estiran cambiando su densidad. Se refleja y se dispersa la luz dorada del inicio de la mañana; como debió pasar la mañana misma del primer día de la humanidad, la primera legaña barrida por la primera mano. Cuando todo está fresco y somnoliento, el tiempo parece doblarse y estirarse, y a veces, se tuerce entre nuestros cuerpos. Veo tu espalda convertirse en arcos y cúpulas, y recorro las formas con el índice. Entonces, el mundo despierta y, es un día más , cruel, feliz, lento, de ecos, evidente.