miércoles, 4 de noviembre de 2020

A usted que se fue...

Ayer murió mí abuelo, no lo conocí. 
No me refiero al pasado lejano,
o a una muerte metafórica.
Hablo del ayer inmediato,
murió ayer.

Mi madre me ha enviado una foto,
dice que era igual a mi padre y a mí;
Qué novedad. 
La foto no la quise ver.
Sería igual a ver la imagen de un desconocido en la prensa.

A usted, que murió ayer,
y que sea más importante ese hecho
que los obituarios anónimos, páginas grises:
No será posible conocer el tono de su voz
O el secreto que esconden sus gestos, 
sus ojos, las arrugas de su frente.

Usted, que es un usted y no un vos,
nunca me dará por primera vez un regalo de cumpleaños,
un beso en la cabeza.
una anécdota aburrida.
No le dará consejos al niño que fui,
ni al mal adulto que soy.
No sabré ya, 
si prefiere el alcohol oscuro o el claro, 
los días fríos o el verano,
la música seria o la ligera.
¿Era usted una buena persona?
¿Quién era usted?
¿De dónde vengo?

Quisiera saber
si usted le habló a su padre,
o no, como mi padre a usted.
Como yo a mi padre;
El gen del fracaso paternal.

Lo trato de usted , 
con la poca intimidad que puedan tener dos extraños.
Y no logro evitar cierto dejo de tristeza,
la melancolía por una realidad alterna,
los tiempos que pudieron ser.