Volver es siempre una palabra,
nunca un boomerang, jamás acción.
Un verbo es un muerto
si no toma el impulso de un primer paso,
si no toma el impulso de un primer paso,
uno natural y no complaciente,
el verde que se pinta en Quilotoa espejo de agua.
La otra tarde una pregunta surgía
entre renglones de una conversación concisa,
entre renglones de una conversación concisa,
coloquio de compadres: ¿si al morir no hay felicidad?, ¿y si volvemos a nacer más pobres?
Plática fútil de una especie igual.
La conclusión:
nunca nos daremos cuenta,
La conclusión:
nunca nos daremos cuenta,
por aquello de la muerte cerebral
que arrastra los recuerdos.
En todo caso,
bajar siempre fue menos agotador que subir.