miércoles, 4 de noviembre de 2020

A usted que se fue...

Ayer murió mí abuelo, no lo conocí. 
No me refiero al pasado lejano,
o a una muerte metafórica.
Hablo del ayer inmediato,
murió ayer.

Mi madre me ha enviado una foto,
dice que era igual a mi padre y a mí;
Qué novedad. 
La foto no la quise ver.
Sería igual a ver la imagen de un desconocido en la prensa.

A usted, que murió ayer,
y que sea más importante ese hecho
que los obituarios anónimos, páginas grises:
No será posible conocer el tono de su voz
O el secreto que esconden sus gestos, 
sus ojos, las arrugas de su frente.

Usted, que es un usted y no un vos,
nunca me dará por primera vez un regalo de cumpleaños,
un beso en la cabeza.
una anécdota aburrida.
No le dará consejos al niño que fui,
ni al mal adulto que soy.
No sabré ya, 
si prefiere el alcohol oscuro o el claro, 
los días fríos o el verano,
la música seria o la ligera.
¿Era usted una buena persona?
¿Quién era usted?
¿De dónde vengo?

Quisiera saber
si usted le habló a su padre,
o no, como mi padre a usted.
Como yo a mi padre;
El gen del fracaso paternal.

Lo trato de usted , 
con la poca intimidad que puedan tener dos extraños.
Y no logro evitar cierto dejo de tristeza,
la melancolía por una realidad alterna,
los tiempos que pudieron ser.

lunes, 26 de octubre de 2020

Y otras plagas...

Pero yo te miraba del otro lado de la ventana y vos apartabas la cara como en pugna con el viento. Amor de un futuro improbable, si entendieras todo lo que perdemos-perderemos, (que no digo "podríamos perder", ante tu claridad), los abrazos y la mutua admiración, el despertar descobijados y el café de la noche pasada; la alacena colmada de panes viejos, los acuerdos para hacer pereza y nada más.

Mas vos seguís guiada por esa especie de fuerza gravitacional que te aleja la mirada. Y yo, que tan solo me siento, pero tanto y me refiero a la soledad en su dimensión completa y en todo lo que abarca esa palabra, no me restan palabras ni ánimos para sobrellevar un día con normalidad. En todo caso, qué vendría a ser la normalidad.

Pasas trayendo el aroma a Cali, a ciudad ajada y criminal, mirador de Belalcázar, recuerdo número uno: el sabor de la memoria, el gusto de las magdalenas recién horneadas y del aire de los pueblos de clima frío. Recuerdo dos: las cometas en agosto, como que el viento se esconde once meses en este lugar.

Continuación de nuestros paseos.

En esta burbuja seguimos entre cruces fortuitos. Acá que nos pagan por dejar el alma, me agota la mentira persistente en la que dicto: no me importas. Debí decirte: pocas veces quise igual, estuve con el estómago vacío y ahora lleno de insectos, mantis religiosas, langostas y otras plagas.

Un encuentro más, algún pasillo, el advenimiento de la muerte. No saber nada ya. Un Alzheimer prematuro y a convenir.

Desconocer si amar o escapar de estar solo. Querer huir de aquí, de todo. Este hastío no se marcha con dormir, ni con siestas rápidas, alcohol o cigarrillos. El deseo es vivir en escenas de películas: saltando entre lo importante.

Todo se ha aferrado a mí.

miércoles, 14 de octubre de 2020

"Filosofía barata y zapatos de goma"

Removiendo el polvo de la habitación.
Situación de abandono,
cubil de anacoreta.
Encuentro tus botas tan gastadas,
aquellas con que caminábamos
siendo un solo ser.
Una proyección, un plan.
el juego de ser arquitectos.
Dos, tres lágrimas, diez,
sobre el cuero gastado y seco.
Lluvia en los kilómetros no recorridos.
Todo en su sitio y al fondo del armario.
Como en la vida.

lunes, 12 de octubre de 2020

Perspectivas

Extrañar el resplandor del amor.
Corte, toma 34.
Plano contrapicado;
Colores cálidos
y la melancolía de las luces de neón.

Anhelar el pasado y el futuro por igual.

Raíces que toman profundidad
y que se consumen en vacíos.
Y, para esta escena,
dos amantes se besan.
Contraluz, siluetas en sincronía,
sombras que desconocen
la inevitable luz .

Adultos que sueñan con columpios
y se piensan de rodillas en cajas de arena.
Bocas llenas de azúcar,
nubes artificiales que importaban.

domingo, 16 de agosto de 2020

Hombre...

Hay un perro en el balcón, mirada melancólica.
Espera al hombre que va, hombre que no vuelve.
Hombre en encierro.
Hombre sin fe.

El perro corre, él arrastra sus pies.
Hombre que espera al fin, el fin.
Hombre que aguanta por él.
Hombre mira al sudoeste,
busca en la espiga el reflejo del sol naciente;
relámpagos de un universo novel.

Somos aquí, tras acero y esmalte blanco:
agua tibia, 
lluvia que resbala en los balaustres del balcón;
Hojas de cerezo en un filme japonés,
siempre cayendo.

Somos los cuestionamientos de siempre.
El pozo y el péndulo.
El resplandor.


sábado, 29 de febrero de 2020

Tatacoa...

Tatacoa.
Hacíamos fuego como un par de ancestros,
el hombre primigenio descubriendo la luz.

Segregué los trozos Picasso de tu rostro;
representado siempre distinto:
formación de claridad y sombra.

Adoquines húmedos huelen a ciudad.
Y vos estás perdida en ella, y yo.
Caminando, y en el relente nocturno,
la apegada nostalgia.

Tanto cariño al dolor.

En un cafetín , Buenos Aires, 2019.
Mollizna leve
impregnando el pastel de una vieja fachada.
Atardece y los toros tocan ahí rainy jazz.

Podríamos ser su público.
Pero es todo sueño,
la ausencia que no parte.
Aromas a maderos y flores
de una espalda recostada en un árbol.
El ayer.

En el Ángelus,
arrebol de horizonte.
Pizarras y maestros.
Las horas largas y anheladas.

Si debemos volver a vivir,
al menos que cambiemos de planeta.