sábado, 23 de septiembre de 2023

Regresos...

No volverás,

No existen los regresos.

Pueden ser niebla de sueños, 

vaho de alcantarilla

que se alarga en hilo a las estrellas. 


Sombras que se extienden infinitas

son el grafito de un lápiz afilado. 

Y ese lápiz, de apellido soledad, 

que esboza los píxeles de tu cuerpo

en un recuerdo tibio y difuminado, 

se desliza en un papel de bagazo de caña,

descifra los arcanos, los desvela.


La droga del dolor inclasificable

que ahora corre en las arterias

se vuelve nicotina,

una taza de café; seis de la tarde, 

un cigarro en la tempestad. 


Llegarán los albures a su tiempo,

todo preciso y oportuno.

En el intervalo en que el agua 

al abrir un grifo toca la cerámica,

en ese mismo lapso mil amores terminan;

imperios se ahogan en arena,

Cleopatra y Genghis Khan,

el esplendor de Ozymandias.

Un atardecer en el Peloponeso

se estampa en alguna postal;

El cliché y la belleza democrática.


Lo que fue magnífico, 

ahora es una anécdota.

Y al sur, el hielo retrocede y amenaza.


miércoles, 5 de julio de 2023

Juegos...

Días pasaron. 

Tu mano y la arruga, 

espuma en tu piel;

La promesa de costas pacíficas.

El último barco tomando distancia,

abarranca en el círculo del llanto,

en lo imposible.


El aljibe y el agua no se encontrarán.

El mundo juega y, con él, el destino. 

Todo es una burla, 

guión de nene caprichoso. 

Si hay un dios, es quien juega en la calesita, 

da patadas en el aire y se agita, 

salta y salpica en los charcos,

nos gira y marea y... ¿dónde estoy?


Si lo hermoso debe ser separado, 

entonces, que nunca se una. 



viernes, 20 de mayo de 2022

Soy...

 

Las cosas como son:
Soy oscuridad
y el azabache en la pluma del tordo.

Soy, fuí, soberbia,
El tiempo perdido y el hallazgo.
La obstinación solitaria.

Y el rocío de las flores que se escancia en tus ojos, mares, torbellinos girasol.
Manantiales de incertidumbres.

Un hombre pilota enhiesto su bicicleta.
Esconde su figura tras un manto negro
y la lluvia rebota en su capucha.

Mas alcanzo a ver su despreocupación,
su oculto reto al devenir,
dibujados en su rictus.
Y una gota toma al viento desde el vértice de su nariz,
se aferra a sus ropas traslúcida.

Somos todos un todo aislado,
La espiga que se fuga del cultivo.
Insulas vírgenes.
Pero deberás sufrir por otros,
ya que nos constituimos entre sí.

viernes, 11 de marzo de 2022

Noche en la ciudad...

 Y caminamos por estas calles.

Noche en la ciudad,

todo parece tomar belleza.

Tantos pasos entre los hogares,

con las luces de los autos alargadas y naranjas.

Quizás fuera Halloween adentro nuestro

y las velas nos las soplaron antes.

Un mes cualquiera de la vida

fuimos calabazas fuera de temporada.


Sacudes tu cabeza,

como un ave bebiendo de un charco.

Alguien huye con tu bolso.

Corres detrás con tus pequeñas piernas,

cruzando la tierra media.

Qué haremos, dime pequeña mujer,

Qué haremos en la ciudad del crímen.

Y tus lágrimas se distraen en medianoche.

La gente y los andenes, y aún tan solos,

miramos el final de la calle

que ya anuncia la mañana,

pero, tal vez ya estuvimos ahí.

Quedan los pasos hacia atrás,

el horizonte al que podíamos llegar;

Pero subes a un Uber. 


La parte blanca de tus ojos en tan blanca,

Y sé que es cierto, debemos partir.


sábado, 18 de diciembre de 2021

Un bandoneón...

"Sí, hermano, como siempre con vos hasta que muera, si yo a mi bandoneón lo llevo puesto como un cacho de tango entre las venas. Y está de Dios que al dar mi último aliento, moriremos a un tiempo, mi bandoneón y yo."
Rubén Juárez

Suena un bandoneón, agudo.
La vida continua escurridiza,
como barro poco denso
entre las manos.

Astor te cucharea el corazón.
Ayer lloré con vos,
fuelle y rezongo,
tristeza en corcheas.
Ah, viejo genio,
pones par canillas en mis ojos,
melodía de barrios antiguos,
arrabales, los niños y la pelota,
mi madre sin canas,
andenes de camisas de Wally,
zapatos de tallas pequeñas,
pero propios;
escalan montañas de cal.

Sangro y sonrío;
Las cicatrices del mañana.
Hay una bicicleta con la cadena rota.
Acelero y atravieso el viento,
todo es tibio esta tarde en la ciudad.
Anochece y muchos se guardan,
es el olvido que tiembla nervioso
y toca a las puertas.

La felicidad infantil,
la infelicidad adulta;
Hundirse en arena
es en ambos casos el detonante.

martes, 19 de octubre de 2021

El amor, como elipsis...

"Gracia es un buen lugar para contemplar la luna, ¿Verdad?
Puedes leer a la luz de la luna.
Puedes leer en la terraza.
Puedes ver un rostro 
tal como lo veías cuando eras joven.
Había buena luz entonces,
lámparas de aceite y velas,
y esas pequeñas llamas que flotaban
en un corcho en aceite de oliva.
Lo que amé de mi vida pasada 
no lo he olvidado.
Lo llevo en mis vértebras.
Marianne y el niño.
Los días apacibles.
Sube por mi espina y se convierte en lágrimas.
Ruego que este recuerdo amoroso
también los alcance a ellos,
esos seres preciosos que descuidé
en mi búsqueda por aprender del mundo."
Leonard Cohen.


Bajo la sombra,
el mensaje del aroma de la lluvia
trae con él la lúcida memoria.

El resplandor que quisimos dejar atrás
y los nuevos comienzos como un sueño,
uno más irrealizable,
y todo aquel porvenir que no será.

El peligro de las cosas que se esconden,
el constante dolor de los errores
y los fuegos fatuos tan extintos.
Esto de actuar es un boleto caro,
te hastía, te agota y te cierra la garganta. 

Ciudad en agonía siempre. 
Los perros ladran,
es un lamento a toda hora
que no se puede comprender.

Solo llega a mí la herida de lo que no vendrá,
la venganza en términos de Borges.
Y el amor, como elipsis.


miércoles, 18 de agosto de 2021

Creaciones ajenas...

 Madre, la vida no está resuelta.

Busco tierra bajo las uñas,

el síntoma del alzheimer,

la píldora del sueño.

No olvidé aquellas tardes,

Maria Mercedes tan acertada.

La leo y ella ni por ahí lo sabrá. 

Quedaron en ti, 

mañanas y noches y tiempos intermedios.


Armo esto con retazos, 

un collage de la vida misma. 

Sinécdoque de ti y de esta ciudad, 

La parte en el todo, el todo en la parte.

Muto en todo, 

hasta en lo que esperan de mí. 

Me repito variando ligeros movimientos. 

Soy Borges y los espejos,

Borges y los laberintos. 

Cortázar y Cris, 

cinco veces ellos, 

y otra vez cinco,

y una última vez cinco;

el lienzo de lo imposible. 


Hemingway luchando en un maelstrom,

rema y alcanza las costas de La Habana. 

Así somos y somos el remanente, 

creaciones ajenas. 

martes, 27 de julio de 2021

Fantasmas

 El dedo roza el palo de rosa,

hace vibrar tendones de nylon. 

Todo es íntimo.

Te toco débilmente, 

como quien roza su reflejo en el espejo 

 

Soy el que hurga penas en canciones. 

Hasta el hombre que habla en público

oculta pensamientos, habla para él. 

Alguien se encuentra en la marabunta, incluso. 


Ese dedo también hace barrenas con tu cabello,

 espirales y agujeros negros.

Y fue, en ese momento tímido, 

el dedo que señala enhiesto

en el cielo de la capilla sixtina. 

Miguel Ángel y La creación de Adán, 

lo eterno y lo divino.

Los rostros cotidianos que miran hacia arriba.


Algo de tu olor es el fantasma 

del vapor de lluvia en el asfalto. 

La melancolía debe tener ese aroma

y ese gusto, de ninguna otra cosa diferente,

de pasos y de caucho desgastado, 

del aceite que se apresura por un sumidero,

de los lunes y el final de los domingos.


Me pregunto si alguien más ve esto. 

En tanto, apoyo mi nariz contra un cristal.


He dicho. 


sábado, 10 de abril de 2021

"Panóptico del vacío""

Y el vuelo que has de tomar,
alegoría de distancia.
Bebida energizante,
el néctar de tu alma
siempre vuelve sobre labios.

Aquel hormigueo eras vos,
la pesadumbre y la escisión.
Oh, amor, días que no pasan ya,
y que pasaron los importantes.
Pero,
hay algo que quisimos nunca dejar ir, 
mutarlo en fénix.

Aquí quedo:
cuerpo horizontal,
anticipo de muertes.
Tardes cromadas y
cielos cromáticos;
el olor húmedo a lluvia.

Y cuándo has de volver,
si ya enterrada la premonición,
todo queda, pero eso que queda es quietud,
hastío, desgarros de tiempo;
y el juego de adivinarte.

Te observo todo el tiempo,
como el vigía de un panóptico.
Pero el edificio siempre está vacío,
tan vacío.

lunes, 1 de marzo de 2021

Tatuajes...

Tuve la oportunidad de acceder a aquel regalo. Era una tarde templada y un niño de 16 años perdía la cordura; aunque ganaba algo: esa cierta sensibilidad, la particularidad de entender y percibir algo extra en las cosas.  El descubrir del arte y la hermosura del sonidos, las letras, las imágenes. Ya sea dicho, la idealización de un daño cerebral. 

He desaprovechado tanto, alejado a tantos. A veces cansa este constante recoger de pasos. El empujar sin conciencia a la gente fuera de mi camino. Ahora, nada ni nadie importa tanto. Nada que no sea que nada ni nadie importa tanto, el tormento residual. Y las cavilaciones, estables, pálpitos permanentes, quemaduras por una persona para quien no existo. 

Pienso en los yerros, en la juventud que se extravía y esto toma aceleración, como la piel que se despega de la carne y de los huesos, así, con los años las expectativas van aflojando. Y pienso en retornar a la familia, quizás sea miedo a tanto día vacío, o la madurez que desea alivio y busca redención.

La certidumbre de nunca olvidarte y nada más, es mi llama. En estos límites de mi realidad, se olvidan las leyes de la física y del tiempo aplicadas al amor. Escribo con un dolor que nunca pasa, que nunca pasará, ya lo han dicho los años.

Te llevo tatuada.

martes, 9 de febrero de 2021

Extranjero...

En poco, la ciudad oscurece.
Recuerdos de tu desnudez.
Poros se abren.
Nuestras piernas: nudos marineros,
contrastes de teclas de piano,
dedos haciendo bucles en tu cabello
como gaviotas en barrenas.
Despertares.
Verte de medio lado,
sin abrigo y natural.
Calma de los sábados,
un imán de nostalgia;
Conciencia absoluta de la soledad.
Resbalar para no levantarse.
Tu adiós, una charca de lluvia
en la que ningún niño quiere jugar.
Fumar hierbas dos días por semana.
Vasos de ron lejos en la playa:
en ellos se cierran dedos tan adultos,
en fantasmas de los tuyos tan jóvenes.
Todo lo contrario a una celebración.
Nada sucede aquí,
ni arena, ni fuegos artificiales.

Y ahora,
las luces de neón pierden su color.
Aquí que soy extranjero.

martes, 19 de enero de 2021

Enero 19...

Y entre la crueldad:
Autopistas recorridas,
luces alargadas, rubíes;
El llanto de un hombre
que gatea aun la eventualidad.

Si eres quien eras siempre,
y yo soy el de ayer, igual,
que piensa que la gente cambia.
Para qué venís con tus disfraces
y tu pradera de diez conejos.

Tan verde era todo este paisaje,
Tan evidentemente no real.

miércoles, 4 de noviembre de 2020

A usted que se fue...

Ayer murió mí abuelo, no lo conocí. 
No me refiero al pasado lejano,
o a una muerte metafórica.
Hablo del ayer inmediato,
murió ayer.

Mi madre me ha enviado una foto,
dice que era igual a mi padre y a mí;
Qué novedad. 
La foto no la quise ver.
Sería igual a ver la imagen de un desconocido en la prensa.

A usted, que murió ayer,
y que sea más importante ese hecho
que los obituarios anónimos, páginas grises:
No será posible conocer el tono de su voz
O el secreto que esconden sus gestos, 
sus ojos, las arrugas de su frente.

Usted, que es un usted y no un vos,
nunca me dará por primera vez un regalo de cumpleaños,
un beso en la cabeza.
una anécdota aburrida.
No le dará consejos al niño que fui,
ni al mal adulto que soy.
No sabré ya, 
si prefiere el alcohol oscuro o el claro, 
los días fríos o el verano,
la música seria o la ligera.
¿Era usted una buena persona?
¿Quién era usted?
¿De dónde vengo?

Quisiera saber
si usted le habló a su padre,
o no, como mi padre a usted.
Como yo a mi padre;
El gen del fracaso paternal.

Lo trato de usted , 
con la poca intimidad que puedan tener dos extraños.
Y no logro evitar cierto dejo de tristeza,
la melancolía por una realidad alterna,
los tiempos que pudieron ser.

lunes, 26 de octubre de 2020

Y otras plagas...

Pero yo te miraba del otro lado de la ventana y vos apartabas la cara como en pugna con el viento. Amor de un futuro improbable, si entendieras todo lo que perdemos-perderemos, (que no digo "podríamos perder", ante tu claridad), los abrazos y la mutua admiración, el despertar descobijados y el café de la noche pasada; la alacena colmada de panes viejos, los acuerdos para hacer pereza y nada más.

Mas vos seguís guiada por esa especie de fuerza gravitacional que te aleja la mirada. Y yo, que tan solo me siento, pero tanto y me refiero a la soledad en su dimensión completa y en todo lo que abarca esa palabra, no me restan palabras ni ánimos para sobrellevar un día con normalidad. En todo caso, qué vendría a ser la normalidad.

Pasas trayendo el aroma a Cali, a ciudad ajada y criminal, mirador de Belalcázar, recuerdo número uno: el sabor de la memoria, el gusto de las magdalenas recién horneadas y del aire de los pueblos de clima frío. Recuerdo dos: las cometas en agosto, como que el viento se esconde once meses en este lugar.

Continuación de nuestros paseos.

En esta burbuja seguimos entre cruces fortuitos. Acá que nos pagan por dejar el alma, me agota la mentira persistente en la que dicto: no me importas. Debí decirte: pocas veces quise igual, estuve con el estómago vacío y ahora lleno de insectos, mantis religiosas, langostas y otras plagas.

Un encuentro más, algún pasillo, el advenimiento de la muerte. No saber nada ya. Un Alzheimer prematuro y a convenir.

Desconocer si amar o escapar de estar solo. Querer huir de aquí, de todo. Este hastío no se marcha con dormir, ni con siestas rápidas, alcohol o cigarrillos. El deseo es vivir en escenas de películas: saltando entre lo importante.

Todo se ha aferrado a mí.

miércoles, 14 de octubre de 2020

"Filosofía barata y zapatos de goma"

Removiendo el polvo de la habitación.
Situación de abandono,
cubil de anacoreta.
Encuentro tus botas tan gastadas,
aquellas con que caminábamos
siendo un solo ser.
Una proyección, un plan.
el juego de ser arquitectos.
Dos, tres lágrimas, diez,
sobre el cuero gastado y seco.
Lluvia en los kilómetros no recorridos.
Todo en su sitio y al fondo del armario.
Como en la vida.

lunes, 12 de octubre de 2020

Perspectivas

Extrañar el resplandor del amor.
Corte, toma 34.
Plano contrapicado;
Colores cálidos
y la melancolía de las luces de neón.

Anhelar el pasado y el futuro por igual.

Raíces que toman profundidad
y que se consumen en vacíos.
Y, para esta escena,
dos amantes se besan.
Contraluz, siluetas en sincronía,
sombras que desconocen
la inevitable luz .

Adultos que sueñan con columpios
y se piensan de rodillas en cajas de arena.
Bocas llenas de azúcar,
nubes artificiales que importaban.

domingo, 16 de agosto de 2020

Hombre...

Hay un perro en el balcón, mirada melancólica.
Espera al hombre que va, hombre que no vuelve.
Hombre en encierro.
Hombre sin fe.

El perro corre, él arrastra sus pies.
Hombre que espera al fin, el fin.
Hombre que aguanta por él.
Hombre mira al sudoeste,
busca en la espiga el reflejo del sol naciente;
relámpagos de un universo novel.

Somos aquí, tras acero y esmalte blanco:
agua tibia, 
lluvia que resbala en los balaustres del balcón;
Hojas de cerezo en un filme japonés,
siempre cayendo.

Somos los cuestionamientos de siempre.
El pozo y el péndulo.
El resplandor.


sábado, 29 de febrero de 2020

Tatacoa...

Tatacoa.
Hacíamos fuego como un par de ancestros,
el hombre primigenio descubriendo la luz.

Segregué los trozos Picasso de tu rostro;
representado siempre distinto:
formación de claridad y sombra.

Adoquines húmedos huelen a ciudad.
Y vos estás perdida en ella, y yo.
Caminando, y en el relente nocturno,
la apegada nostalgia.

Tanto cariño al dolor.

En un cafetín , Buenos Aires, 2019.
Mollizna leve
impregnando el pastel de una vieja fachada.
Atardece y los toros tocan ahí rainy jazz.

Podríamos ser su público.
Pero es todo sueño,
la ausencia que no parte.
Aromas a maderos y flores
de una espalda recostada en un árbol.
El ayer.

En el Ángelus,
arrebol de horizonte.
Pizarras y maestros.
Las horas largas y anheladas.

Si debemos volver a vivir,
al menos que cambiemos de planeta.


martes, 10 de septiembre de 2019

Realidades...

Qué triste es encontrar la realidad falsa,
la amistad que parecía y no lo es.
La soledad del techo que cubría dos
y ahora a uno,
El ulular del viento entre los surcos de ese vacío pliegue de la sábana sobrante.
Y entender, descubrir, el pie que ya no se entrelaza con el calor de uno ajeno.
Echarse culpas. Sos vos, soy yo.
Qué importa, si lo que pasó es inmutable.
Pero somos lo que fuimos.
Y seremos lo que fuimos.

miércoles, 17 de julio de 2019

Poemas para gomas.


I
Sur y transfiguración.
La luz sobre el andén que cruzamos
me dibuja tu tránsito por ahí.
La nostalgia es un filo en el que tropiezas,
cae tu cuello.

II
Vuela un pájaro como vos,
aún queda como un sonido fresco de arroyo,
el ruido aquel del aire entre tus dientes al dormir. Se enrosca tu cabello entre mis dedos en un flashback espontáneo.
Busco las tijeras para conservar un mechón.

III
De niños nos decían que el amor era perfecto.
Cuánta mentira desenmascarada entre discusiones, cachetadas, humanidad.
Activo una bomba en la fachada de Disney y conservo las pavesas junto a tus cenizas.

IV
Fue la palabra o el silencio. La culpa fue hacer cualquier acción. El banco de madera en la plaza conserva tu sombra, el haz de sol que atravesó tu cuerpo al huir, el barro que se perdía de los intersticios de tus sandalias.

V
Creo que extrañaré el olor de tu crema de peinar, tal como extrañaré el lunar gigante en tu espalda. Ese que ha sido extirpado de tu vida.. también.

VI
Quemarás todo lo mío. Hasta las ranitas de la nevera, al perro de algodón. La memoria de la vía láctea en una carretera pérdida, aquel gran cañón.  No me conocerás ni al cruzarnos en el boulevard, ni cuando grite tu nombre al identificar tu espalda. No me verás con claridad, ni al observar mi silueta definida por las gotas de mollizna.

lunes, 1 de julio de 2019

Transeúntes...

Dios que todo me quitas.
La corteza húmeda del cedro
y la bruma que se escancia.
En mis recuerdos, vos siempre.

Todo es moho, bosque de hongos,
visión onírica, prisma y rosados.
El sueño del transeúnte:
que sueña no tener sueño
y desobligarse del café matinal.
Esquivar las balas laborales,
tiros a la sien,
devoradores de almas.

Las arterias de la ciudad
todas grises y opacas.
Tanto que hemos perdido aquí.
Todo es un juego.

viernes, 15 de marzo de 2019

Para olvidarte

La vida terminó siendo preguntas.
Un hombre camina en el desierto desnudo,
con una sombrilla intenta sobrevivir,
pierde respuestas.
Huellas en la tormenta.

Tiramos para abajo
con los pies hechos concreto.
Perdidos los ritmos y los anhelos,
las pequeñas nostalgias precisás;
queda despertar y estar en el balcón
sin justificar el acto.
Verte preferir el viento fresco
que pasa y luego se va,
y rechazar el aire tibio que estaciona.

Pérdida la razón de estar aquí,
te susurro y ni estás;
como esperando que vuele el mensaje.
Pregunto si eres como eres o como eras.
te convertiste o naciste.

Si duermo en esta cueva
en donde el aire apaga tus saludos,
tus coloquios de dinero,
las clases de economía,
seminarios de finanzas.
Si me escondo aquí
y me reduzco a espectador,
es para conservarte y que perdure
lo mismo que quiero olvidar.

La hoja parda que se precipita
en otoño es hermosa, 
pero cae al fin.


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martes, 3 de abril de 2018

Ya estoy cansada, decía mamá.
Bajo un techo procurado y aún no propio,
como torcaza anciana en nido ajeno
o arrebatado por los días, por rescates ajenos.

Y la ciudad se tragaba su pequeño
cuerpo circular, tan ingenuo y tan bello,
que tan poco merecía caer entre sus grises fauces.

Un fragor súbito de amor
se espabila en el miocardio,
y en la ventana del bus que pasa cuadros
a toda velocidad como proyector análogo
en cineclub vacío y con olor a cayena,
descubro o convalido el infortunio de la vida, que pasea su dedo aciago por el botón
de una polaroid de instantáneas
que revelan al agitarse pesadumbre, aflicciones, melancolías, hombres que caminan caminos con cabezas gachas, injusticia, inequidad. Se atisba un gozo exiguo en las lágrimas, un sabor añejo de nostalgia, y te busco para encontrarme, y te encuentro al perderme.



lunes, 12 de febrero de 2018

Saludos...

Volver es siempre una palabra, 
nunca un boomerang, jamás acción.
Un verbo es un muerto
si no toma el impulso de un primer paso, 
uno natural y no complaciente, 
el verde que se pinta en Quilotoa espejo de agua.

La otra tarde una pregunta surgía
entre renglones de una conversación concisa,
coloquio de compadres: ¿si al morir no hay felicidad?, ¿y si volvemos a nacer más pobres?

Plática fútil de una especie igual.
La conclusión:
nunca nos daremos cuenta,
por aquello de la muerte cerebral 
que arrastra los recuerdos.

En todo caso, 
bajar siempre fue menos agotador que subir.

miércoles, 10 de enero de 2018

Un día más...

Quedará la luna espesa formando ondas
como yogurth griego al ser atravesado por la cuchara, que segundos atrás, tus labios blancos se abrían y cerraban para saborear.

Apenas es un espejo agrietado y lleno de cráteres, que se cuelga en un salón de mármol negro y refleja las almas, tumba toda máscara y pretensión .

La suntuosidad cae, el desespero y las apariencias, el querer ser lo que no se es.
Como portadas nuevas en libros viejos,
dejar rastros que se borran en caminos que no se han de retomar, que no son senderos propios, sino noches en galaxias ajenas, soles que despuntan y se asoman en horizontes de playas de otros mundos; simulaciones, café endulzado con estevia.

Renacen las cuatro estaciones con el abrir de tus ojos, es casi un Bing-bang de múltiples colores que se refractan y se estiran cambiando su densidad. Se refleja y se dispersa la luz dorada del inicio de la mañana; como debió pasar la mañana misma del primer día de la humanidad, la primera legaña barrida por la primera mano. Cuando todo está fresco y somnoliento, el tiempo parece doblarse y estirarse, y a veces, se tuerce entre nuestros cuerpos. Veo tu espalda convertirse en arcos y cúpulas, y recorro las formas con el índice. Entonces, el mundo despierta y, es un día más , cruel, feliz, lento, de ecos, evidente.

martes, 19 de diciembre de 2017

Locura...

Si la locura es tener claridad, entonces, llámenme loco, y arrástrense ciegos aún, como siempre en su pasado,
por túneles y ramificaciones infinitas, por parques ahogados en sombras y senderos escondidos entre hierba. Te pude ver y los vi a todos así, chocando sus cabezas como aviones suspendidos que van a un fatal encuentro; con las comunicaciones caídas, sin torre de control. Ahora creo, cada vez más,
y es la sospecha que crece desde antaño,
que estoy mejor sin la gente alrededor.
Buscar montañas, mares, aires desolados,
vivir con el susurro leve del viento
entre los pinos de un bosque remoto, se hace prioridad. Morir de miedo en las noches oscuras y silentes, también, entre ruidos que se cuelan paranoicos.

lunes, 13 de noviembre de 2017

Te di dinamos para transformar los flujos electromagnéticos de nuestros encuentros.
Te di caleidoscopios con cristales de colores que no aparecían en la paleta de Adobe Photoshop.
Te di una nube un día que pedias una almohada y luego te quejaste de dolor de cuello.

Te di sonrisas fortuitas, momentos adventicios de felicidad menguante.
Masajes de pie los días de poco cansancio, uno o dos al año.
Pies de manzana calentados en microondas y vasos de leche tibia.

Te di guirlache, y acaso conocías su nombre;
a pesar de tanto dulce fueron más amargos nuestros días.

Te di películas tristes y clásicas y también actuamos guiones melancólicos.
Fuiste quizás una actriz tan talentosa,
te vi llorar y yo me hacía el fuerte.

Con la certeza de la vejez solitaria que fecundo para un futuro.

Te di bailes y caras extrañas y, por algunos minutos, lo sé, te hice reír.

miércoles, 25 de octubre de 2017

Fin de vida...

No lloran los cadaveres
pues entienden con gratitud
el abandono de un cuerpo
que se deshace lento a cada segundo.

Duermen finalmente felices,
el sueño largo y alegre
del que entiende que el domingo no termina,
ni se transforma pronto en lunes laboral.

Y comprenden que no volveran a sentir sus mejillas
el candor de la lagrima que baja por el carril del moflete
y que se humedece por el desamor, por la perdida,
por la adquisicion de un problema nuevo,
por el fracaso, por la vida en sí.

Saben tambien, que no comprarán jamás pastillas
para dolores de cabeza, ni litio para dolores del corazón,
ni deberán sortear soledades que van y regresan,
ni preocuparse por lo que ya es eterno e inmutable.

Morir hay días que parece tan bonito.

jueves, 7 de septiembre de 2017

7...

Permanece con tu hombre.
A su vera y con él, el aroma del vino.
Largas lenguas de fuego
trémulas en el hogar de riolita.

Podrás amarlo hoy, quizás siempre.
Los cuervos vendrán, el hastío.
La alforja perderá peso en el camino.
Las visiones velarán el ahora.

Permanece con tu mujer.
Dale dedos entrelazados,
sonrisas esporádicas,
saqueos de edredón en la madrugada,
discusiones triviales,
reconciliaciones lascivas.

Sirven una copa y se miran de soslayo.
El vapor de uva cargado de días
escalará por las paredes, 
la nostalgia navegará el atersonado.

Besala en el cabello, ahora que conserva su color .

martes, 18 de julio de 2017

Vuelos en destino...

"Vuela un jet hacia el sur 
la cósmica cintura del folklórico ataúd de un DC-10 
que se hace estrellas contra el suelo.
Hoy estoy como un jet 
perdido entre las nubes 
sin señales para ver adónde voy. 
Pero mi corazón no es ciego."
Charly García.

Me aflige el hoy y el suplicio de la certeza de un futuro ya trazado. El sol reverbera en lugares de los que soy sólo espectador, en plazas soñadas por plantas de pies que se entibian en el sopor de los días inmóviles.

Quisiera algun día cualquiera y común, sin esperarlo acaso, dormir y no tener que despertar, continuar entonces en la línea del sueño o de la pesadilla, que lástima pero es efímera. Dejar de lado ya tanto dolor, dolor del alma, dolor de dientes, dolor en las rodillas, dolor por el tiempo y senectud, dolor por un futuro que no augura sorpresas.

El niño muerto es un mirlo que atraviesa raudo la ciudad, como ofreciendo un último vistazo, atraviesa el flujo de los sucesos conocidos.

miércoles, 14 de junio de 2017

Desde una reja...

Aspiró el alud de color de sus ojos,
se llenó de verde miel,
y se quebró como el amor que parte
de estaciones subterráneas,
en plataformas de cemento crudo,
sobre rieles y ráfagas de carros de acero,
que son manchas en tomas de larga exposición.

La vida se trataba de pérdidas y de tintes ocres.

Solía necesitarte bajo un cielo azur capitalino, en las mañanas bañadas de limerencia, como la radio necesita a las ondas hertzianas pero algo no mutuo.

Se fueron escanciando en alforjas mentales: quebrantos, astillas y borradores de miga de pan para los buenos recuerdos en carboncillo y ánimos cobrizos del nefelibata, que persisten endebles a través del tiempo.

Les escribo desde prisión, con los pensamientos estrangulados.

jueves, 18 de mayo de 2017

Curas...

Soñé con vos,
figura espejo, utopia;
fe de hablar con vos mismo, en calma;
nebulosa de colores perfectos,
la simetría de los parques,
diciembre al final de cada mes,
nieve que cae en la solapa de un sombrero,
vuelos en globo sobre Capadocia,
Atlántida emergiendo;
atardeceres con dedos entrelazados
en el porche de una granja de madera;
la llegada a la ciudad al culminar un largo viaje,
el rocío que se asienta en la hierba.

Somos visiones y muñecos de otros,
porcentajes medios en expectativas ajenas,
resignación y curitas;
Lo que se puede,
Lo que se alcanza,
Lo que hay.

jueves, 6 de abril de 2017

Expectativas

Yo no escogí esta vida,
ni mucho menos, ni mucho más;
esperaba sólo mantas y frazadas permanentes,
tardes de reposo, pies de fresa tibios
en alfeizares de rúas con paredes blancas
y costanillas con baldosín de loza azafrán.

No esperaba días inmóviles como el pensador de Rodin,
analizando números, transformando cuentas, sumando pesos; 
restando crónica posible a la biografía de un anacoreta.

Veo por la ventana a un gavilán que recoge escarabajos
y exhibe su libertad riesgosa; y entonces,
sube el ardor de la envidia por las venas,
entre piel y hueso, por los dedos que se sueñan plumas.

Y el animal vuela, y el hombre es raíz.

domingo, 5 de marzo de 2017

"Sólo el amor sostiene"

Sostuvo el amor sus tardes de arrebolados púrpuras con el pueril pedúnculo de un dogma de cuentos y de fabulas de alpinistas en cielos intocables. Toda la vida esperé una férvida epístola con aroma amalgamado de azaleias y humores femeniles, diría: Queridísimo querido, permitase saber que hasta ahora en su vida permanecía en ensueño inducido como prueba y antesala y peritaje a sus aptitudes para desenvolverse en escenarios de vida real. Se procederá con reanimación celular; sepa y suponga usted que, al tratarse de una evaluación, se llevaron los sufrimientos, el caos, las enfermedades y padecimientos, la vileza humana y las tribulaciones a niveles inconcebibles en el mundo real.

Firma Ministerio del desarrollo ónirico. 

Llegaron en su lugar en despuntes pálidos de albores cítricos, esquelas con fechas cotidianas y entierros poco concurridos. No podríamos celebrar nuestro propio óbito paulatino, y subrayese propio, aunque extendido en cada individuo (no así la conciencia de ello), quizás podríamos utilizar como herramientas productoras de consuelos y sonrisas los atardeceres, el murmullo de un río, los postres de maracuyá y los cupcakes, la promoción de doce donas por siete, la inflorescencia en un árbol en el parque, los balcones con vistas en wide screen, los ascensores con aire acondicionado y el beso entrañable de la madre en la mejilla que se ruboriza y se enarbola y que traza ciertos días con lágrimas de barniz diáfano. 

lunes, 13 de febrero de 2017

Sabores...

Siento sabores de frambuesa sobre sabores de boca amarga, una boca de seis de la mañana, así deben saber los ojos con legañas, a pan francés de nueve días. Pude entender el rojo de tus dedos por trabajos con cerezas, a través de los años, como la aventura de las pequeñas cosas, como el viaje tremendo que son las vidas, valle de frailejones gigantes, pues los días son fríos con un sol de altura. Dulce es la ciudad en precoces horas, tímida la canícula del sur aparta las cobijas para fosforecer. Llegan los años y los hilos se hacen muy visibles, las almas muy rotas, los cuerpos tan vencidos, los ensueños resignados. No somos dueños sino deseos íntimos, no nos pertenece más que el suspiro del anhelo. Más allá del cristal todo va grisáceo, pienso tu imagen dentro de la imagen de una gota de lluvia elíptica que se aferra al alfeizar, con miedo de caer. 

jueves, 19 de enero de 2017

Realidades...

Aquel hombre había tratado con desdén a su madre la mitad de los años que estuvieron juntos, la otra mitad la pasó entre el ejército y habitaciones alquiladas en barrios marginados de la ciudad, que pagaba rifando cien mil pesos cada semana en la zona y en las universidades públicas. Una tarde, cansado de su casa, de sus hermanos y de los reclamos de su madre porque no le daba libertad para sus antojos, se marchó y para no pasar penas por dinero se reclutó en el ejército. Allí aprendió la rigidez que ahora lo caracterizaba y le enseñaron a no llorar porque eso no es de hombres, y así enterró sus sentimientos y se tornó en un ser frio y disciplinado. Un lustro después conoció a su mujer y dejó la milicia para pasar las tardes con ella; y así fue su transitoria transformación, seducidas sus células por el aroma mismo del amor incipiente, dedicaban las horas a mirar los atardeceres e iban al rio Pance y se dormían sobre las rocas o subían al cerro de las tres cruces y abrían los brazos como diciéndole al mundo aquí estamos y somos invencibles, aquí estamos vengan y asesínennos con un puñal, somos inexorables, róbennos y dejen vacíos nuestros bolsillos pues jamás podrán quitarnos el amor. Los días pasaron y esas tardes hermosas y áureas salpicadas de góticas de amor, puro amor, amor como si los niños gobernaran el mundo, como si el cielo fuera de satén, suave y sexy, como si la ciudad se hubiera toda coloreado de tono sepia y tuviera un ambiente romántico como en las viejas películas francesas, todo aquello fenecía y ahora apenas los dos salían de la casa juntos. El amor no logró sostener los problemas financieros y como él no sabía hacer otra cosa que portar un arma y decir "¡señor, sí señor!", no consiguió ningún trabajo; o eso le decía a su mujer, ya que en realidad sólo salió dos días a buscar empleo antes de darse cuenta de que él no servía para ser empleado de nadie. Decidió pasar los días tirado en un sillón y le dejó el trabajo pesado a su esposa. Ella que tampoco encontró un trabajo y debía mantener a su hija, ante el desespero, comenzó a visitar las calles después de las once de la noche y rasgó todas sus faldas que antes le llegaban hasta las rodillas y que ahora se ceñían a sus muslos apenas ocultando lo necesario. En las calles vendía sus sueños y ganaba algo de dinero para su hija, para mantener a la morsa de su esposo, y lo que le sobraba lo invertía en tranquilizantes y pastillas para volar y para distraerse de la vida que se había vuelto una mierda. Y así también, recordaba aquellas tardes cuando la felicidad le coqueteaba y eran sublimes como un crisantemo dorado que crece dando contrastes en un valle volcánico.

jueves, 24 de noviembre de 2016

Otro...

Me rindo y aún quedo débil,
de rodillas y manos y alma sobre el suelo,
trazo sombrío en el escaso horizonte
que eres tú y los sueños y los embozos de la infancia,
la linea invisible extendida a un enjuto futuro que es un hilo fino de algodón.

La tensión llega,
aquella linea de vida se templa
deshaciendo cada sinuosidad, se rompe.

Me rindo, ya no queda carnaval,
ya se acorta el entendimiento leve de los seres que disfrutan,
que galopan con gringolas, desentendidos por la vida,
luciérnagas, diamantes refulgentes que refractan su luz pero no te bañan.
Yo, diamante en forma de carbón.

La desesperada búsqueda de la felicidad
es una cruzada que prefiero evitar,
la copiosa fatiga de una meta que siempre se pospone.

Me rindo, debe uno vivir de forma automática
y esperar ansioso el huracán súbito de la muerte
que ha de llegar con sus pétalos negruzcos
y la suave caricia del pistilo que conserva fría
la gota ponzoñosa del ultimo aliento

miércoles, 16 de noviembre de 2016

16...

Todos los días un poco de agua se escurre hacia un cántaro, labra grietas en el barro apenas perceptibles. Ya fenece el año y resuelvo por la sensación térmica y la humedad que torna pegajosa la piel que debe ser una tarde estival; la canícula exprime briznas de sudor y bombardea todo el living con su aroma a sal. En la mesa de centro están algunas porcelanas vetustas con sus caries amarillas trazadas por el tiempo en resquicios y nimias fracturas y el sol las baña delicadamente y se refleja alumbrando un tercio de tu cara. El amor era un mito fabuloso, la victoria, la redención final, el amanecer sempiterno, la pradera verdemar colmada de conejos, las manos siamesas, la galera llena de palomas. Todos los días un poco de gotas bajan de un lagrimal y así, tu piel es epidermis naturalmente humectada y tu sangre toma ese sabor propio del óxido en acero, de un néctar salobre. Pasan los días acres y ya me siento ser provecto con arrugas que comienzan a extender raíces y a plegar la piel. Veo con tristeza la aceptación consciente del esclavo que permuta días y odiseas, alborozo y aventuras, por papeles verdes y metal.

miércoles, 9 de noviembre de 2016

Foulards...

La mano viaja por la cara centímetro a centímetro,
queda solo un camino despejado,  
cada quien se fue a casas silenciosas
y a espacios sin alientos que se cruzan.

Tanta frescura en la calle me abruma, tanta anchura.
Y el día está completo y mojado.
Si me amaras de regreso,
arrasarías el nuevo beso de mi sombra entre parábolas de insomnio,
e impedirías el juego de mi huella en la calle desierta

Es por eso que retorno a mi cubil, 
esta noche que huele a coctel de sangre y avellanas, 
y pienso que es tan grande ahora la distancia entre los dos,
como la envergadura misma de un ave vía láctea, 
como las moléculas en expansión del helio que encuentra un punto de fuga.

Y aparece en tu cariz el llanto mismo del niño con el globo que no vuela.
Con el sueño sobre un sueño, encima de las palabras. 
Porque hoy es toda la vida, hoy es todo el cielo, 
el que cae del día a través de lo que sea .

Queda un último vuelo corto y personal, uno de ocho pisos. 
Un viaje en caída libre para cada alma triste 
que se ha alojado en la madre tierra, 
para el hombre y mujer acongojados, 
y abrigados con foulards pues los días suelen ser gélidos 
a partir de una edad que suma tres décadas de vida.

Mira incluso lo terrestre de mi vuelo,
y estoy al revés desempeñándome como el mar,
con un pedacito de tabaco en la boca.
Amargo. 

Me duele el cuello de forma crónica por mirar insistente hacia atrás,
formulando preguntas, perdiendo respuestas, 
más y más barro entre las medias.
Con el espanto  de esta soledad tan rara, 
con el recordatorio de una nostalgia que se abre como un fuego.

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martes, 20 de septiembre de 2016

Catarsis...

Y entenderás que la flor también marchita
en su máxima apertura y perpendicularidad.
Que los barcos zarpan cuando todavía
quedan amores despidiéndose en los puertos fríos,
y la vida se extingue un trozo a la vez cada día.
Se trata todo de una muerte lenta, de un caracol que es alma,
dejando su rastro transparente en vías no pavimentadas.

No vale la pena despertar.
Ni vivir las cinco de la mañana una vez más,
ni aguantar tal tormento,
O perder como las llaves que se escurren de un bolsillo,
el placer de dormitar hasta horas voluntarias;
si a cada primavera y a cada verano,
siempre las concluyó un otoño y un invierno.

No valen la pena el beso ni el abrazo;
pues no somos propietarios de ningún cuerpo extranjero,
y con el hastío y la costumbre siempre se nos vence la hipoteca.

Yo podría arrastrar mi lengua por la piedra y el vidrio
que se aprietan inmóviles en el asfalto,
y recordar así el sabor de tus pasos que se alejan.

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lunes, 5 de septiembre de 2016

Blue...

Las batallas pérdidas, el olor del paisaje quemado por el sol esta mañana, o ya es la tarde, en una ciudad en la que ni siquiera hay mollizna y hasta el amor se quema hasta quedar como pasto amarillo y seco, eventualmente, y progresivamente. Que la gente odie, toda la crueldad humana. Que todo se acaba, inexorablemente cada cosa bella creada en el mundo llegará a ser polvo. La pobreza. Las diez botellas de gaseosa vacías en la nevera. Los caminos no tomados, la incertidumbre, bicho vil, de nunca poder saber qué hubiera pasado de haber tomado la izquierda en lugar de la derecha, de haber subido en vez de haber bajado, o viceversa. Entiendase que caminar en reversa se traza imposible, al menos desde el campo existencial, no toquemos ya el campo físico, que no viene al caso. El olor recordado de la nicotina impregnada en tu cabello, es extraño extrañar un olor que extrañamente siempre he odiado (el olor a cigarrillo me refiero), y que ahora perfuma tus manos con un aroma de cabaña de bosque, como madera frutal o eucalipto que se quema en una fogata de la niñez en una noche de camping; bajo el mismo cielo que se extendía encima tuyo, mientras fumabas con estilo de años veinte, parada en la ventana. Las cometas que ya dejaron de elevarse, pasa agosto y la vida y todos, pero casi todo lo que se va, a diferencia de las cometas, no vuelve el próximo año. Que sea domingo y mañana lunes;  los lunes tienen un afiche de un gato que se sostiene sobre un precipicio, días que hay que aguantar. Tu dispersión y tú silencio. Que te quiera. Todas esas cosas que me hacen triste.

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sábado, 30 de julio de 2016

Una ausencia...

No me busques mañana,
sólo quedará un debilísimo vapor de mi,
un incienso de hombre de paso
en un mundo instantáneo,
como sopas de sobre y camaron;
que se impregna apenas
en la suave pupila de xocolātl.

Quedarán fantasmas y rumores
y caminatas de un desvelado
en pasillos cortos y angostos,
entre paredes con hollín y babas
y sobre todo lágrimas sueltas
que se columpian ante el vaivén
de la cabeza que realiza una negación.

El horizonte se extiende tan interminable
y pensaba en buscarte entre el aullido
que trae el viento timido vespertino
y las delgadas palpitaciones eléctricas
que se insertan en cada pequeño foliculo.

Huele extrañamente a ti y a volcán hoy
y mañana, irremediable, enredado entre las sabanas, pitones de destierro y desamparo.

martes, 10 de mayo de 2016

Oración...

Rosario, voy a quedarme todos los días pensando en cómo hubiera sido la vida contigo. Ya sabes de aquello de las bifurcaciones, esa larva que se atornilla en tu hipotálamo, se alimenta de tu cerebro y va infestando tus pensamientos hasta convertirse en eso que llamamos nostalgia. Soy de esos que piensan todos los días en las opciones que no tomaron en el pasado y en cómo serían el presente y el futuro de haber elegido un camino en lugar del otro. Rosario, tu pelo huele a brevas con arequipe en fiestas de diciembre y traza ondas en el aire como la bandera del país que nunca he sentido propio; eres como ese lugar de Europa del que uno se enamora en las postales y nunca visita. Tú me mirabas a través de las mesas de un bar y yo jugaba a esquivar, nunca he soportado eso de mirar fijamente. Caminabas por las calles cuarenta y cuatro y por la tercera en el norte magnético de la ciudad, en las noches opacas con faroles descompuestos, en los días sofocantes de treinta y cinco grados Celsius, ciudad desierto, hervidero de lágrimas evaporadas, con ese andar de libertad fruto de victorias vitales; y te divertías buscándole formas a las nubes. También, muchos hombres se divertían encontrándo formas al arco de tu espalda. No sé cómo te llamas, Rosario suena bien, tiene ese tono de oración y de súplica, también de salvación. Aquí estoy en la cama. Es uno de esos domingos filosóficos en los que toda la vida parece un fracaso e intentas encontrar significados mirando una mancha de humedad que se esparce por el cielo raso, pensando en las nubes que no veremos juntos. 

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viernes, 1 de abril de 2016

Santiscario...

El problema en principio, es lograr sentarse a escribir dejando de lado ese sentimiento súbito de que lo que no se ha creado aún ya es un fracaso. Quisiera uno como individuo sentimental,  enamorarse cada vez de la hoja blanca que se retroilumina en el monitor.

La decepción es un ítem necesario en el placard del escritor, ¿se podría hacer esa reflexión acaso? El camino de la literatura es un hombre que en el día trabaja de albañil y en las noches de demoledor.

Verifíquese mi vida, el pasaporte de mundos mejores que se me ha quitado, la sonrisa hurtada, el derecho a maravillarme. Investíguese con pulcritud y detalle los pormenores y los hechos cronológicos de la formación de mi materia. Vos te vas, y queda la noche salpicada de topacio, extendiéndose y amenazando con rasgarse, dejando al descubierto solo el vacío limpio e insustancial, mi estado de alma puro, el primer segundo del primer respiro. Nótese que para alcanzarte, extiendo no solo dedos con uñas, sino también la larva misma del soplo frágil de dios. Así, se atenúa el cuento, nada es de mi santiscario. 

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viernes, 19 de febrero de 2016

El amor era una road movie



Desde las estelas sempiternas que abastecen lo perpetuo, aparece igual la ciudad, como la cabeza disecada de un alce que adorna una pared. Te paras bajo un farol y quedan las mismas dudas, el mismo hartazgo. Pintas con vinilo barrotes y velos, dibujas panoramas extensos de color crisálida. Cali nocturnal, delicada como la fina capa de epidermis del viejo que te da la mano sucia y demoledora. Tanto amor y sangre entre las grietas de esta tierra, tanto sueño fallecido, búsqueda inconclusa, tanto salirse del cuerpo. Vi suficientes brujas en la parálisis del sueño, sombras trémulas arañando la luz filtrada en la ventana, los gritos ahogados, la radio, el locutor, el amor; los ojos rojos de Reina blanca caminando en sus cuatro patas, haciendo Tic- Tac con sus uñas de marfil, sus uñas descalcificadas de quince años; compañera de sucesos. Adiós, niña minera de calcetas, mi máquina de comer croquetas.

Te veo, estas lejana casi rozando la línea que divide el horizonte. ¿Lograr despertar al cierre del amor es madurez o resignación? Lo cierto es que creamos un alma nueva dentro de la urbe que se fue amasando a partir de los aromatices desprendidos del sudor del sexo, de los gritos en un hotel de pisos de pino de la calle sexta. Caminábamos así, con nuestra pueril juventud, esperando construir conejitos y campanitas en nuestros corazones, con el desconocimiento pleno de que cada uno escondía el estilete que se afiliaría con los años. Ahora somos una amalgama de cicatrices, tú te quieres vengar demasiado y cavar mi tumba con tus propias manos, hecho que claramente niegas tras el escudo de la indignación; yo buscando el amor que terminó siendo víctima de la gravedad, escapándose por los rotos de los bolsillos de nuestros vaqueros. De saber las consecuencias, sin dilación hubiésemos atado nudos en las puntas triangulares para asegurar una vida de manos juntas.

Tengo aquella teoría de que contrataste a un loco y luego quisiste comprar una camisa de fuerza. No puedo negar que tú sanaste y yo seguí de psiquiátrico, ahí el conflicto. De todas formas, queda el amor intacto de mi parte y un sueño que visita el hipotálamo tres madrugadas de cada semana: Subo por tu piel y soy solo una boca, no humano, solo boca, todo boca, manos de boca, dientes de boca, dedos de boca, demasiado escarlata, demasiado húmedo y carnoso, me cierro en tu cuerpo como una flor carnívora, como un último gran beso que saborea todas las calles por las que pasamos alguna vez, y paso por tus dientes para arrancarte de forma infructuosa todas las sonrisas que te saqué alguna vez, y beso la parte trasera de tus muslos y una lagrima sale de la boca como si fuera un ojo y entonces, la boca ahora tiene una pestaña que te hace cosquillas en el vientre y el iris del ojo es un pozo sin fondo que en realidad es una fosa nasal y entonces, aspiro con firmeza las partículas enredadas en tu cabello desde hace cinco años cuando caminábamos por la avenida tercera norte y nos admirábamos con profundidad y fe.

También tengo esa otra teoría: que Dios quiere vengarse de mí por no creer en él; sí ya sé que me obsesiona el tópico de la venganza, cómo no dudar de la naturaleza humana y de la naturaleza misma de un Dios que ha creado esa naturaleza hija, y que además observa con indiferencia la miseria y dolor a través del claro de su nube. Entonces, pienso que debería dejar de preocuparme tanto y empezar a disfrutar de las pequeñas cosas, porque al final el único rencor, la única venganza que existe es hacia mí mismo, hacia el miedo incauto de lanzarme a la conquista, hacia la mano que se estira para cazar al sueño y, pienso que debería caminar menos mirando abajo e intentar encontrarme de nuevo, en esto, en ti si quieres volver, en las salas de cine y sus hermosas escenas que me han transformado; como cada vez en mi vida que asomé la cabeza a la ventana para observar las gotas de lluvia que se elevaban al cielo al tocar el pavimento caliente y el vapor infló mis pulmones de la esencia misma de las avenidas, que es la de cada vida que las ha pisado.


miércoles, 13 de enero de 2016

AMOR DESPUES DE TANTOS PLACERES (V2)


Después y en el presente y en el futuro solo queda el aire opaco de Cali, las tardes cansinas, las mañanas de domingo hastías, las noches de domingo acurrucados del miedo que se siembra siempre en ese mismo espacio de tiempo, pues en unas horas exiguas es levantarse y volver a morir un poco, entre escritorios entre sillas, entre ausencias de Sara, entre almuerzos baratos, entre tan poco amor, entre la guerra por sobrevivir. Tremenda forma de deshumanizar nos hemos ideado y la acogemos con obediencia no cerril porque el dinero transmuta moral y ética y alma.

Entonces Sara, aquí estamos, tú en el piso del centro de la sala con tus dedos finos levantando y acostando las paginas, yo supino sobre la segunda gaveta del armario, refugiado porque la vida da miedo; recuerdas cuando te lo dije, ahora lo repito, porque sigo siendo un cobarde, Sara. Quizás hoy, un día que no perece aun, borrar antaño no parezca una idea débil, poner el pie de hogaño con bota de punta de acero y salir a redondear los filos de las dagas que sobresalen de nuestras heridas.

Nos encontramos en las calles viejas de Cali, en los paisajes, en los pasajes, en las callecitas de cal de la Merced. Dos de la tarde. El día llora, el sol se derrama, el sol fabrica pecas, las nubes se evaporan. Yo te caí como el roció al clavel, la primavera termina en Cali; en Cali nunca hubo estaciones pero aun así termina, termina al terminarnos, las hojas fenecen en los adoquines de la Merced. Polvo de ladrillo para fabricar drogas, ahí quedaron nuestras huellas, nuestros pasos son aspirados por fosas nasales, como remembranzas que vuelan por conductos viscosos devoradores de recuerdos refugiados en la noche. Diez de la noche. Como si la hermosura pudiera evitarse, en tu rostro, en tus ojos ámbar, tus iris que atrapan zancudos prehistóricos, tu mirada que inyecta sangre, líquido vital de mi tiempo en la tierra, en tu rostro que es los murales de la Merced. Una de la mañana y caminas por los parques verdes y grises.

Vamos a un bar y pedimos un Martini, que sean dos, aceitunas en esa cantidad por vaso también. La ginebra calienta la faringe, te beso en la mejilla, luego en la comisura derecha de unos labios quemados al mediodía, te beso en el centro, abres un hueco, la puerta al nirvana, mi alabanza sempiterna, mi elegía los días de escisión.

Dos de la mañana, caminas en el borde epóxico de un andén húmedo, quieres resbalar y descansar en mis brazos, quieres que te rapte el rocío que ha salido toda tu vida de un rincón de tus ojos, llueven gotas como cuchillos de plata de numero atómico cuarenta y siete estallando en el asfalto. Dos tipos se acercan, corremos y ellos corren, un disparo al aire rompe el fascinante mutismo de la noche, tus tacones también. Hay un callejón, es el barrio el refugio, es un samán el árbol que nos sirve de almena. Los pasos se acercan, hay un olor salvaje a no nos hemos bañado desde el estreno de nuestra humanidad. Nos sorprenden por la espalda, agarran tu pelo y tiran tu cabeza hacia atrás, hay un cuchillo en mi cuello, aquel te lame las orejas y adorna el ambiente con una carcajada estruendosa, me vuelvo impetuoso y brota el calor de una línea tímida en mi cuello, acierto un puño en la quijada de uno, empujo a tu atacante, te tomo y corremos gritando auxilio. Son las tres y media de la madrugada. Cali huele a vómito y a bares cerrados. Uno grita que esas orejas son de él, su fábrica de cirios.

Saco la lengua para beber la lluvia. Juro entonces que te recordé una noche de plenilunio en la que caminaba y te hojeaba entre las frases de After Such Pleasures. Suenan las sirenas en la distancia, heraldos de la muerte.

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miércoles, 16 de diciembre de 2015

Quizás no...

Qué quiero decir.
Si tal vez ya no queda nada
he de arrebatar mis entrañas,
cocinarlas y comerlas.
He de darle un golpe a mi corazón que duerme.

Sin embargo, continúa amaneciendo.
Y aunque se escapa de mis corneas
la belleza sutil de la luz gualda que cruza las nubes,
y aunque otrora contemplase con asombro,
siendo ser febril, sensible animal,
duende perceptible que comía líneas de lluvia,
los detalles mínimos que se alojan en las cosas,
sé que algún día volverán las letras,
el amor, la ira, la pasión, yo.

Caerá el friso protector  
y entrara el calor jovial del segundo aliento.

O quizás no.
Pues sincero lo dijo Urbina:
“mas por fortuna, tras el rapto de ira vino una dulce resignación”

Y por qué no me siento tan afortunado.

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lunes, 26 de octubre de 2015

El corazón de la ciudad...


Alguna vez hubo una ciudad, estoy seguro, lo cuentan los viejos. Entre las montañas nacidas del fuego y del agua se alzaban en el centro del cuenco las casas bonitas de barro, de ladrillo y guadua, construcciones variopintas hechas con manos de amor, no de negocio. Entonces, se alargaban las sombras de las tejas azotadas por el sol que se escurría entre los arcos de los farallones y el cielo se tornaba azur por el reflejo lejano de las costas de Buenaventura. Todo era buena vibra y ritmo de timbal. En el centro se amasaban las gentes para comenzar su día con la vela de un café, ahí en la plaza de Caicedo con su panorama terracota palpitaba joven el corazón de la ciudad. No había aparecido para entonces el otro corazón, el de la ciudad tipo Joseph Conrad, el corazón de las tinieblas, “The Horror! The Horror!”. Pero eso es historia para más adelante.

Cómo decía, alguna vez aquí hubo una ciudad. Enterrada bajo tanta placa de cemento roto, intentando surgir; por eso, en las calles abundan cráteres. 
Cuentan que la locomotora del tren del pacifico retumbaba al cruzar la ciudad, con sus gritos, sus lamentos, y los niños se colgaban de los vagones mientras sentían el abrazo del viento tibio por su cuerpo. También, había una iglesia cerca de un rio que parecía un pastel de bodas, todavía lo parece, sin embargo, se pierde entre el ruido, el tráfico, la contaminación y los afanes.

Como quisiera decirle a cada persona que desacelere y mire el horizonte, y contemple la línea montañosa que se dibuja negra en contraluz al término de la tarde, pero donde hubo una ciudad ahora solo queda odio. 

Tengo un cuchillo perforando mi tórax y un hilo de sangre escurre por mi abdomen, la gente pasa, los buses pasan, las cámaras filman, se toman fotos, pero nadie se compadece, nadie busca ayuda, nadie reacciona de forma humanitaria; solo queda odio aquí. Fue el smoke, fue la pobreza, el transporte público. Fue la mamá y el papá que malcriaron, el gobierno, la inflación. Puedo ver a los niños del pasado colgados de carteras, puedo oír su boca sucia, puedo caer de rodillas lento, como en cámara lenta.

Gira a lo lejos la sirena de una ambulancia, aúlla otra por un camino alterno, y otra. Ya viene el rescate; no por amor, por negocio. Puedo ver las nubes esponjosas cara arriba en la camilla, ruedo entre un callejón de gente. Puedo ver un cielo contaminado y escucho en delirios al humo que sale rugiendo de las chimeneas industriales, a la bala que come carne, el sonido de los cuerpos al desplomarse; y entre la penuria y la desesperanza: el llanto del bebe quemado por la primera luz de vida, la risa de los niños bajo la lluvia, el sonido de un beso, las lenguas que chocan, el barrido de un paladar áspero, los gemidos del sexo, los suspiros del amor, la última bocanada de un héroe, la fiesta del sacrificio. Puedo escuchar al negro antiguo primigenio golpeando los tambores del Pacífico, la alegría verdadera, la del alma, el estado puro que nunca alcanzaremos.

Somos una ciudad construida sobre ruinas, embrujada. Todo tiene su precio, pero es mayor cuando te has hundido a ti mismo.

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martes, 14 de julio de 2015

Intentos...

Te recuerdo.
Todo decae fácilmente,
Se escurre en el resquicio del ojo.

Volver a amar y a odiar y a sentir.
Al rincón oscuro de la ciudad,
A los pasos bajo candiles;
los que enmiendan errores
Con sus baños de luz amarilla.

Esta la capuchina sobre la mesa,
la cascara grisácea de  naranja,
el corazón escindido,
el brío del alma.

Perdurará en el cambio de los días
la pavura que nos da estabilidad.

sábado, 20 de junio de 2015

Pequeñas criaturas...


Sonrisa es una máscara lejana.

Dónde yacen las delicadas hadas
que sostuvieron las comisuras
de mis labios hacia el cenit.

Se han cortado los hilos de luz.
El Botox espiritual derramado en la infancia.

Pequeñas criaturas, exhumo sus despojos.

domingo, 24 de mayo de 2015

Vida atras

Quedas calma,
sonríes a la toma oblicua de una Polaroid.
Entonces, amnistía para tu vida,
el sentimiento vertical en dirección
del pulgar de buena suerte.

Queda entonces el verde aceitado del huerto,
interfecto de ciudad.

Vida atrás, cesan los oprobios y las luchas.
Tal vez hoy, sí,
empecemos a elevarnos
como globos de luz en el lente de una cámara.

Pero y sin embargo o quizás,
seamos las flores y su savia. 

Tal vez no marchitemos más.

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martes, 17 de marzo de 2015

Queda por decir...

Se arrastra entre lo sagrado, blasona que puede morder y herir pero se esconde en cada gaveta. Amén de ello, podríamos entender la nostalgia como el hecho particular y aislado compuesto de briznas de “hubiera podido” o de intentos y persistencias; esa mariquita que hace barrenas en el hipotálamo los minutos antes de dormir.  Salta del cajón la lagrima de la oportunidad perdida, del París que nunca llega, de la noche estrellada obnubilada por el bombillo solitario de cada habitación. El citano y el zutano tampoco lo logran, consuelo apenas. A lograr, amanecer en una cama extranjera y no sentir el deseo imperioso del regreso, propósito en toda arista de cada existencia, el volver al amor, a la infancia, al helado de chicle, al mohín de nausea al apio, a la fé; a la época brillante en que el sueño se gestaba, no ésta, en que el cajón ya tiene su tapa y sus puntillas.

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viernes, 30 de enero de 2015

Uno más...

Empezaba su viaje, 
un punto exiguo,
un plano que se extingue.
El sonido del aire al crear el puño;
la sangre, el amor, la huida, 
la vida fácil.

Empezaba como sin edad,
dibujando pirámides sobre el viento,
tempestades en su perpetuidad.
Se caían pronto con el polvo, 
el amor, los cuerpos, la luna fácil.

Los trenes, 
el ronco del metal a través de destinos. 
Al almidón en el corazón 
le llaman resignarse.
Y tú azul, bebé de saturno, 
pensando en darle al mundo
los anillos de tus años 
como edades de secuoyas,
como el paso que se traza
vertiginoso ante la posibilidad de...
Oír el silencio esparcido 
en una fecha flexible y existir.
En tu ocaso buscás un nido, 
un icosaedro, una cárcel, 
unos párpados...

Siembras palabras de pudín de chocolate,
de oídos esponjosos. 
Ya ves, vos empezás donde yo termino.

Acá, solo quedan fantasmas,
soles callejeros cantando al tiempo. 
Ya sin la palabra y la escritura...
tal vez ya no soy este día,
ese pensamiento que crece en la memoria.

Ya ves, acá no quedan la misiva, 
el poema, la prosa, la novela...
...la voz en la cabeza.

Con Ibeth

viernes, 19 de diciembre de 2014

Tanto dolor...

Quería escribir:
Pequeña ciudad fantasma,
Margaritas en vistas de aceite.
Panteón de reflexiones y robos,
Y asesinos de sangre y oficina.

Quería escribir.
Actividad olvidada en algún occipital,
Hemisferio, lóbulo licuado.

Aquí estoy, en mundo decadente,
Viéndolos esconder su tristeza de patio de infancia,
Orgullo de embozos.
Yo, que cobre los cheques de esta no vida,
te encuentro nocturnal como el termal que alivia.

Y siempre el crepusculo,
Como aquel portada de Cortazar.

Las raíces crecen en el espacio de piel y uña,
El caramelo sempiterno de tus ojos.

Quería escribir:
The life is over.
Por qué tanta mierda,
Tanta excrecencia.
Tanto miedo y tanto rencor.

Tanto dolor.

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