sábado, 25 de febrero de 2012

El tiempo que nos queda 5...


Algunos lustros después acaecidos en sus vidas, aquella niña seria otra lumia de pie en la zona comercial. Con los ojos apaciguados y sin ni siquiera un pequeño destello o favila de libertad, vendía sus piernas esbeltas a hombres que le recordaban a su padre. Lois nunca lo sabría, pero el pudo salvarla; como otros tantos que tan solo miraron sin actuar.

Ni él, ni Samanta la volvieron a ver. Después de aquel día, cuando Samanta lo arrastro hacia el segundo piso mientras él resbalaba la mano por la barandilla lustrada con aceite de limón, ellos la olvidaron al pasar unos cuantos minutos. Lois cerró la puerta con su pie, rodeo la cintura de Samanta y la beso en la nariz. Era un gesto fino pero no decía nada. Ambos pensaron en sus demonios, en llevarse a la cama, sin embargo pasaron el resto del día sobre el canapé escuchando música. Samantha se durmió sobre su pecho y él se desvelo desenredando sus mechones hirsutos.

A las tres de la mañana, tan descansados de dormir que estaban ahítos de hacerlo, salieron a pasear por las calles iluminadas por un precoz amanecer que aun no terminaba de espabilarse. Miraron vitrinas e hicieron equilibrio por los bordes de los andenes que brillaban reflejando las luces de los faroles. Pasearon por un parque esquivando cobijas arrinconadas en forma de personas y se sentaron en un banco de cemento a dibujar en las nubes, a dejar despegar la imaginación como cambuchas dominadas por el viento. Se besaron, esta vez de verdad; y corrieron y saltaron y dieron un poco vueltas y se halaron de las solapas para besarse más. Era para ellos, un día de olvidar y sonreír. Es que después de todo la vida a veces tiene algo de sublime.

5 comentarios:

Ío dijo...

Es precioso, es precioso, Nahuel¡
Abrazos

Ío

rayuelasolvidadas dijo...

"Lois nunca lo sabría, pero el pudo salvarla"

Creo que en eso se resume todo esto, al final y al cabo de eso se trata todo no?. Precioso :)

María Téllez Girón dijo...

Bello!!!

Ibeth Hache dijo...

Es la primera vez que te leo en narrativa, me gusta.

Saludos.

Ana Muela Sopeña dijo...

Fabuloso cuento, Nahuel.

Enhorabuena
Un abrazo
Ana

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