caminas , y por entre edificios
esa calle de andenes menguados;
sonríes con tus dientes caucásicos.
esa calle de andenes menguados;
sonríes con tus dientes caucásicos.
Como si los tatuajes fueran de tinta
y los cardenales manchas en la piel.
Nada más que eso.
Nada más que eso.
La tarde quema tus pestañas,
ahora son tostadas dispersas en el viento,
te tocan la lengua,
saben a pruna un tiempo de verano.
Atras, la cortina amarilla del día,
Atras, la cortina amarilla del día,
un día que te araña los hombros,
como si las cargas pudieran redimir
y el balastro retoñara vidas.
y el balastro retoñara vidas.
Aquí estamos,
nunca logrando comenzar.