vagando en paisajes divididos por líneas
y en las mañanas esperando las tardes.
Y así soy, como una cascara de naranja
que se dobla y despide sus góticas
acidas a los ojos de los mirones.
Y esta ropa ya me queda exigua.
Todo el rocío que he atrapado con mi lengua,
tenía sabor a tiramisú traído por el cierzo de Véneto.
Todas las olas en el aljibe de mi boca
son la tormenta de otro continente que me llama a arriesgar.