Yo que soy un cóndor de alto vuelo,
zopilote de alas heridas.
Un ave de matices surtidos.
Roble astillado como esmalte dental
que ha recibido suficiente vitamina C.
Yo, que te vi saltar entre demonios
y levantarte mujer; culmen
de otoño,
dije de amatista, de color de labio.
Cada instante en su relicario.
La espuma en las orillas
hace unas barridas de agujas
se disipo como senda de nahuel.
Eres el corazón que sangra entre los dedos,
la fe, la fe deshojada, la fe en estaciones,
el mar estupefacto, la arena dorada,
los granos bruñidos; peldaño
de una vida que fui dormido.
Yo, que ya agoté la vida tras el burato de Morfeo.
2 comentarios:
Nahuel despierta la sinestesia tu poema, un placentero andar por las evocadoras imágenes que invitan al lector a entrar en aquella sugerente espuma en tus orillas, sí Nahuel, a ti te circunda la poesía lapidaria que a veces rompe la cadencia y abrupta lleva a contemplar el interior rico en figuras que ofreces. Me ha gustado para releerlo.
Gracias por tu apoyo Nahuel.
Este me gustó mucho, Nahuel, no lo dije entonces porque a veces no sé qué decir y los versos lo dijeron todo.
Hoy tampoco podría, vuelvo a leer tu poema.
Gracias gracias.
Saludos.
Ío
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