Esta naturaleza se deshace como
masmelos en fuego de granja, como vapor en pulmón, el humo evaporado en las
charcas de la ciudad a la hora de la
siesta. Dime que podemos colarnos en el cedazo del sueño sobre lo cotidiano. Que
podemos moldear en barro como ánfora la insatisfacción, los días que no llegan,
la vida que no era, lo que es pero no quieres que sea.
Estaban al dormir los tornasoles del manto
extendido en el horizonte, los alhelíes en flor, en botones, la noche
en flor, dolor de presionar las palmas en la ventana al lamer las gotas del
otro lado del cristal y verte diáfano, a toda resolución, como un sueño en
detalle y leve y, jardines y efigies en él; pequeños habitantes y clones segregados en los
estuarios que nunca veras. Pues te quedas río.
Colmaba el lagrimal aquel evento brutal
de poner el pie sobre la loza fría a las cuatro de la mañana. Era un día de
semana.
3 comentarios:
Nahuel, he visitado el infierno estando viva... difícil la ultima temporada por allá, aunque lo peor, es que creo que volveré.
Un placer como siempre disfrutar de tu manera de ver la realidad que me subyuga.
Besos hasta el ánfora de tus sueños.
Me parece que es la parte de un relato extenso, me gustaría que así fuese. Me deja la sensación de querer seguir leyendo. Muy bello.
Un abrazo.
Como si de un sueño se tratase.
Y se dejara de soñar por el frío.
Hermoso, Nahuel, muy hermoso.
Saludos, buen día.
m.
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