sábado, 29 de febrero de 2020

Tatacoa...

Tatacoa.
Hacíamos fuego como un par de ancestros,
el hombre primigenio descubriendo la luz.

Segregué los trozos Picasso de tu rostro;
representado siempre distinto:
formación de claridad y sombra.

Adoquines húmedos huelen a ciudad.
Y vos estás perdida en ella, y yo.
Caminando, y en el relente nocturno,
la apegada nostalgia.

Tanto cariño al dolor.

En un cafetín , Buenos Aires, 2019.
Mollizna leve
impregnando el pastel de una vieja fachada.
Atardece y los toros tocan ahí rainy jazz.

Podríamos ser su público.
Pero es todo sueño,
la ausencia que no parte.
Aromas a maderos y flores
de una espalda recostada en un árbol.
El ayer.

En el Ángelus,
arrebol de horizonte.
Pizarras y maestros.
Las horas largas y anheladas.

Si debemos volver a vivir,
al menos que cambiemos de planeta.


1 comentarios:

Blogger Ana Muela Sopeña ha dicho...

Qué buen poema, Nahuel:

Un gusto pasar por tu espacio.

Un beso enorme

29 de febrero de 2020, 16:58  

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