lunes, 6 de octubre de 2014

Uno para intentar volver...


Si te resignas,
el bagazo azabache de caña no es un temporal para bailar
y cae sin gracia como desecho en la carretera,
mineral en ceniza, fruto del olvido; queda yeso,
pellejo de animal, membrillo astringente,
artefacto de vida, como la soledad.

Ya no deseas paladear el roció de un aspersor,
solo dejar que el tiempo se desmenuce como sucede.
Ser biodegradable; las tardes sedimentan tus senos.

Amor de peleas perennes, adioses,
saltos de puentes sin cabezas quebradas.
Si pudiéramos cromar el estar cotidiano,
quemar las raíces que brotan entre las heridas,
endulzar los besos,
entender que es inexorable el hartazgo,
que todo se agota.

Entonces, estaba el octavo piso,
un horizonte extenso de apertura esmeralda
y cada ojo enfocando, obturando,
congelando las hojas de cuchilla de guadua
atravesadas por el alfanje de agua en cafeína.

Y si uno pudiera arrojarse y entregarlo todo, fulminarse para nacer.

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5 comentarios:

Blogger Leticia ha dicho...

Es definitivo, cada cual su propio infierno. Un placer el laberinto en que conduces a tu lector. Amigo querido te dejo un beso.

6 de octubre de 2014, 23:29  
Blogger Ío ha dicho...


Magnífico, Nahuel, que buen poema, te felicito y a la vez me alegro mucho de leerte, que a este uno le sigan otros intentando volver, o volviendo.
El último verso me parece enorme, todo el poema lo es.
Gracias, gracias.
Un abrazo

m.

7 de octubre de 2014, 17:07  
Blogger Ibeth Hache ha dicho...

"Si pudiéramos cromar el estar cotidiano,
quemar las raíces que brotan entre las heridas,
endulzar los besos,
entender que es inexorable el hartazgo,
que todo se agota."

Siento que me lo explicas de nuevo. Te extrañé en poema.

Abrazo.

8 de octubre de 2014, 1:00  
Blogger Ann. ha dicho...

Amor de peleas perennes, adioses,
saltos de puentes sin cabezas quebradas.
Si pudiéramos cromar el estar cotidiano,
quemar las raíces que brotan ENTRE las heridas,
endulzar los besos,
entender que es inexorable el hartazgo,
que todo se agota.

Me encanta, y encuentro magnífica también la frase con la que terminas.

Saludos,

Anna

15 de octubre de 2014, 18:53  
Blogger rayuelasolvidadas ha dicho...

También a mi se me llena el alma al leerte.
Ojalá fuera tan fácil arrojarnos, y ojalá fuera mucho más fácil saltar del puente sin quebrarnos la cabeza, y aún más entender que todo se agota, aunque lo sabemos y lo entendemos realmente, pero no lo aceptamos.
¿Y por qué no lo aceptamos?.
Gracias por la magia dentro de la caída.

12 de noviembre de 2014, 18:39  

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