miércoles, 25 de octubre de 2017

Fin de vida...

No lloran los cadaveres
pues entienden con gratitud
el abandono de un cuerpo
que se deshace lento a cada segundo.

Duermen finalmente felices,
el sueño largo y alegre
del que entiende que el domingo no termina,
ni se transforma pronto en lunes laboral.

Y comprenden que no volveran a sentir sus mejillas
el candor de la lagrima que baja por el carril del moflete
y que se humedece por el desamor, por la perdida,
por la adquisicion de un problema nuevo,
por el fracaso, por la vida en sí.

Saben tambien, que no comprarán jamás pastillas
para dolores de cabeza, ni litio para dolores del corazón,
ni deberán sortear soledades que van y regresan,
ni preocuparse por lo que ya es eterno e inmutable.

Morir hay días que parece tan bonito.

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