El dedo roza el palo de rosa,
hace vibrar tendones de nylon.
Todo es íntimo.
Te toco débilmente,
como quien roza su reflejo en el espejo
Soy el que hurga penas en canciones.
Hasta el hombre que habla en público
oculta pensamientos, habla para él.
Alguien se encuentra en la marabunta, incluso.
Ese dedo también hace barrenas con tu cabello,
espirales y agujeros negros.
Y fue, en ese momento tímido,
el dedo que señala enhiesto
en el cielo de la capilla sixtina.
Miguel Ángel y La creación de Adán,
lo eterno y lo divino.
Los rostros cotidianos que miran hacia arriba.
Algo de tu olor es el fantasma
del vapor de lluvia en el asfalto.
La melancolía debe tener ese aroma
y ese gusto, de ninguna otra cosa diferente,
de pasos y de caucho desgastado,
del aceite que se apresura por un sumidero,
de los lunes y el final de los domingos.
Me pregunto si alguien más ve esto.
En tanto, apoyo mi nariz contra un cristal.
He dicho.
1 comentario:
Me encontré con tu Blog por casualidad. Como un desconocido que encuentra algo de reflejo en tus letras, puedo asegurarte dos cosas:
Entiendo por lo que has pasado
Ella no va a volver
Tus palabras son una melancólica compañía en días tristes, pero aún así espero el día que dejes de dedicarle letras. Así al menos podré creer que has pasado tu duelo, y por tanto es posible olvidar.
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