El final es el filo cortante de una hoja embotada,
es el dulce latir que se detuvo y se guardo
en las memorias de un tren que no sosiega su marcha.
Un incendio asfixiante rasgó nuestro amor.
Todos los azules son oleos frescos que perduran;
todos los milanos y los cuervos y los azores satisfechos.
Si pudiera escalar la razón de una decadencia
y observar mis manos temblar una vez más,
lo haría con parpados de agua y con lagrimas en porcelanas.
Si pudiera escribir como antaño, quizás me entenderías.
2 comentarios:
Lo que no se olvida, a pesar de los tiempos, de los cambios que sufrimos sin dejar de ser nosotros.
Todo está, nunca desaparece.
Magnífico poema, Nahuel, es de los que me gusta leer muchas veces, y en voz alta; así saben mejor.
Muy hermoso
Un abrazo
Ío
Nahuel
Recién conozco tu blog y me ha encantado.
Un poema lleno de imágenes y bellas metáforas...
Besitos en el alma
Scarlet2807
PD: Con tu permiso, te sigo
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