viernes, 14 de octubre de 2011

Y entonces huimos...


No entiendo porque sufro de miedo,
Y porque mis pies se aferran a esta tierra parda.
Es que un día el cielo se volvió un acuario.
Es que un día la costumbre te embarga.

Volé, soñé, giré con los brazos abiertos;
Cuando el mundo era una calesita,
Cuando el albor era un caleidoscopio.

Y entonces huimos, porque no quedaban más
Que los maderos astillados de nuestra casita de pino,
Que las pavesas de nuestro hogar tan albo.

Y entonces supimos que era mejor perder un poco,
Que quizás hasta los recuerdos se tienen que transgredir.
Caminamos por la carretera vacía bordeada de cañaduzales.
Todo paso el día en que aterrizamos.

8 comentarios:

saudade dijo...

Muchísimas gracias, siempre :)
Me ha encantado tu poema de hoy.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Aveces es necesario cerrar una puerta para abrir una nueva, emprender el vuelo por nuevos senderos guiados por la brújula del corazón.

Abrazos Nahuel, lindo poema!!!

FRANCISCO PINZÓN BEDOYA dijo...

Esa alusión a cañaduzal... me llenó de olores y recuerdos..

Un saludo grande

Anónimo dijo...

Versos que renuncian a aquello que un día se construyó con ilusión y amor. Un poema añorante, y bello.
Saludos.

Ibeth Hache dijo...

Tu texto me dejó con un sabor especial, imagenes inciertas, pero muy disfrutables, es un espacio realmente acogedor.

Me gusta tu verso.

Un abrazo.

María Téllez Girón dijo...

me encanta como en tus versos despliegas la nostálgia!
el primer verso es una entrada a lo grande, maravilloso!
saludos emily1

Leticia dijo...

Nahuel, tu poema es sinestesia vuelta poesía. Olores, sabores, sonidos... los cinco sentidos rondan al amor. Desde el cielo o en la tierra ¡Es el mismo! Una senda a seguir .

Ana Muela Sopeña dijo...

Qué bien escribes, Nahuel. Se disfrutan tus versos.

Un abrazo
Ana

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