Y recordé entonces aquella tribulación de la
melancolía de Ozymandias, como si la galerna borrara todo rastro de nuestro
sablón. Que somos como un Martini: presos, semitransparentes; entre las
paredes de cristal que contienen toda nuestra furia, todos nuestros arrebatos,
nuestra pasión olvidada. Y uno trata de recordar los amaneceres mejor
coloreados, en los días de antaño, cuando te levantabas de la cama de un salto
y parecía que la vida podía conquistarse; antes de que escogieras la vía
principal porque las bifurcaciones no estaban despejadas.
3 comentarios:
Todo lo escribes tan bello que no puedo decir más, solo leo, y es muy triste, mucho.
Gracias, Nahuel.
Saludos también para ti.
Ío
¡SALUD NAHUEL! BEBER ESE MARTINI HASTA EL FONDO Y PALADEAR LAS MIESES DE LA VIDA AUNQUE AL DESPERTAR DUELA, ESO ES VIVIR. UN PLACER COMO SIEMPRE.BESO
"y parecía que la vida podía conquistarse" sublime.
Gran Nahuel.
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