Las palabras, la niña con vestido de tul.
Los dedos largos como sombras proyectadas,
esbozando en el vacio denuestos.
Las casas, los fantasmas en maderos;
Los cerezos y los mástiles de palo de rosa.
Las cuerdas que son sudor y práctica.
Cada día que nos trajo hasta el vértice de la unión.
Los parques, los cielos estallando.
Los alfileres bajo las uñas de cada lagrima mugrosa,
Los niños que fuimos con rodillas empapadas en carmín.
El abrazo que nunca se cerro, los signos de tus miradas,
Las manos dibujando, las manos descansando,
Cada día despertar para descubrir,
Cada día dormitar guarnecido de tristezas.
El camino alternativo feneciendo en sus arcanos.
5 comentarios:
Pasé por tu otro blog, una maravilla...
Tienes un estilo muy particular.
Un abrazo.
HD
Gracias, Humberto. Un placer y un honor tu tiempo. Te espero de vuelta.
El silencio grita cuando las palabras callan lo que susurra el corazón...
Lindas imágenes veo en tu poema, abrazos Nahuel!
El universo que enmarca al poeta, se vuelve un conjunto: las y los, significados evocadores que se cuelgan no sólo de los sentidos para mostrar su belleza.
Un recorrido de la tristeza que comienza con
... las palabras y la niña con el vestido de tul...
Un saludo Nahuel
Me encanta la manera en que esbozas la tristeza!
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